Crecimos haciendo las “tareas” o “deberes” que nos daban
nuestros profesores en la escuela. Era parte de lo cotidiano, parte del
esfuerzo que implicaba nuestro aprendizaje (no solamente respecto de la
transferencia de contenidos, en todo caso). No era cuestionable “hacerlas o no
hacerlas” frente a nuestros padres o nuestros maestros. De hecho, nos
llevábamos una “anotación negativa” en el Libro de Clases, si al profesor se le
ocurría revisarlas y no habíamos cumplido.
No sé si a ustedes les pasó lo mismo pero, a pesar de las
“tareas”, no recuerdo haber dejado jamás de hacer lo que me gustaba, como salir
a jugar con mis amigos o ver mi programa favorito de TV. Había tiempo para
todo. Estirábamos los días, tal como hoy estiramos nuestra memoria para recordar
esos hermosos años.
Pero todo cambia. Y cada vez leo más voces de “expertas” en
crianza/educación, que solicitan la eliminación de las “tareas para la casa”, o
que buscan demostrar su obsolescencia. Esta columna pretende precisamente lo
contrario…Acá, derechamente, lo escrito es una apología a esta noble
herramienta educativa. Y la sostendremos sobre 6 cimientos muy concretos:
1)
La tarea es Encuentro entre hijos y padres. Es la obligación permanente de papá
o mamá porque su hijo cumpla con las responsabilidades que tiene en su escuela,
lo que en tiempos de desconexión y “trabajolismo” se agradece. Una tarea
permite, muchas veces, que los papás lleguen temprano a casa, rompiendo con la lamentable rutina de la
ausencia.
2)
La tarea es Responsabilización. O accountability, como dirían los gringos. A
través del cumplimiento de la tarea, los niños aprenden acerca del compromiso,
del “hacerse cargo”. Y entienden que la comunicación con otros se hace en base
a acuerdos que hay que respetar.
3)
La tarea es Creatividad. Abre un espacio formal para resolver el planteamiento
de un profesor, sacando lo mejor de un niño, y su familia, en pos de un
objetivo común.,
4)
La tarea es Trabajo en Equipo. Genera un contexto en que la unión hace la
fuerza. Enseña a un niño a pedir ayuda, cuando la necesita. Y a verificar su
propio espacio de autonomía, marcado por la evolución de sus competencias.
5)
La tarea es un Desafío. Y es una invitación a un niño para superar sus límites,
apelando a los diversos recursos que tiene a disposición (por eso es tan
importante contar un una “biblioteca” en casa, más que con un computador…)
6)
La tarea es (Auto) Motivación. Porque hay veces en que un niño no tendrá en absoluto
ganas de hacerla. Pero la necesidad de cumplir de igual manera, lo llevará a
descubrir dentro de sí, la voluntad. Porque también habrá veces en que las
tareas serán cada vez más entretenidas y desafiantes que las anteriores. Y la
ansiedad por alcanzar las metas se volverá una motivación natural.
Podría
listar varios puntos más, pero me parece que son suficientes. Antes de cerrar,
solo recordar a los profesores dos cosas: una tarea debe tener SENTIDO, de lo contrario, los niños no
comprenderán por qué deben hacerla y nada los movilizará; y otra cosa, muy
relevante: el EXCESO de tareas hace
colapsar a los adultos…Imaginen cómo les hace a los niños…Al fin y al cabo, la
tarea es como el cilantro…bueno, pero nunca tanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario