viernes, 25 de abril de 2014

Setenta y Tres: Enseñar el Dolor

Este año ha sido de tragedias en Chile. Un terremoto en Iquique y un incendio en Valparaíso, nos han recordado de forma muy elocuente, la fragilidad de mucho de lo que nos rodea. Y mucho de lo que damos por seguro, desde la comodidad de nuestra cama o sillón.

Como creo firmemente en la posibilidad de hacer una lectura positiva de cualquier cosa, por trágica que sea, me gustaría decir: ¿Qué mejor oportunidad de recordar que no estamos solos, que al lado de nuestras preocupaciones muchas veces superficiales, hay personas que lo están pasando mal?

Para mí, en particular, se trata de devolver mucho de la felicidad obtenida hasta acá. Y, por cierto, de mantener una conciencia permanente respecto de lo que ocurre a nuestro alrededor, una que nos permita ir moldeando una felicidad propia que sea completa.

Con Darío vimos imágenes de dolor en televisión. Gente que lo había perdido todo…años de esfuerzo para levantar sus casas y pertenencias, que se fueron junto al sismo o el fuego. Muy interesado, comenzó a hacerme preguntas: ¿Qué les pasó? ¿Por qué están tristes? La Andrea, desde la otra pieza, me dijo en un momento: “Que no vea más eso…”.

Tras explicarle a mi hijo lo que pasaba en los lugares que aparecían en pantalla, le propuse que fuéramos al supermercado para preparar una caja de ayuda para Valparaíso, a lo que respondió: “Muy bien, papá, no quiero que las gentes estén tristes. Todos tenemos que estar felices”.

Juntos, armamos un par de cajas con un poco de todo. Pero, especialmente, con harto, harto, cariño. Invitamos a mamá para que nos acompañara y los tres fuimos en el auto a entregar nuestro aporte a un Centro de Recepción de la ayuda. ¡Nos sentimos enormes, gigantes! Y nos tomamos algunas fotos, para compartir y contagiar por Twitter y Facebook nuestro entusiasmo. Para motivar a otros a moverse por una causa que creemos, vale la pena. Y la alegría.

Al día siguiente hicimos uno de nuestros tradicionales recorridos en bus por Santiago (una de las cosas que hace más feliz a mi hijo). Había poca gente, por ser domingo…En el asiento de al lado, una chica lloraba amargamente, con los audífonos puestos. ¿Vendría saliendo de una ruptura sentimental? ¿Habrá perdido algún ser querido? Son tantas las razones por las que podemos sentir dolor…

Me puse a pensar y pensar de qué manera podríamos hacer algo por ella y finalmente, se me ocurrió buscar en la mágica mochila de Darío una caja con pañuelos desechables.

-          “Sabes, le ofreceré uno a esa chiquilla, porque tiene pena”
-          Buena idea, papi…ella está muy triste y tiene que estar feliz…