martes, 3 de diciembre de 2019

Ciento Diecisiete: Circuncidar el Futuro


Con estupor he visto circular en redes sociales el aviso de una clínica privada chilena promocionando sus servicios para la “circuncisión infantil”. Con 41 años, 3 hijos y una década escribiendo sobre crianza, me parece justo y necesario usar esta voz, que ustedes han honrado con su fidelidad, para gritar muy fuerte que LA CIRCUNCISIÓN ES MUTILACIÓN. Y que me disculpe la tradición milenaria de alguna religión, pero lo es. No es una cuestión “natural”.

En pleno estallido social por condiciones más justas para vivir, este tipo de “ofertas publicitarias”, creo que se guían por la misma lógica que nos ha llevado a la crisis actual. Eso de hacer negocio con las necesidades de las personas.

La estrechez del prepucio, que no deja asomar la punta del pene, se llama fimosis. Y fue históricamente corregida mediante ejercicio mecánico. Y cuando ya se había hecho demasiado tarde para dicho proceso, con una brevísima incisión en la piel del prepucio, se solucionaba el problema para siempre.

Ahora veo un aviso publicitario que vende la circuncisión completa, como la “solución definitiva a los problemas de higiene”. ¿Es en serio? Esa solución siempre ha existido: se llama agua + jabón todos los días. Es una institución médica, que se supone seria, vendiéndonos el “sillón de don Otto”. ¿Qué viene luego? ¿Sacarnos todos los dientes para evitar las caries?

Y de este lado, el de los usuarios/pacientes, tenemos una situación bien particular. Dado que nos falta largo trecho por llegar a una verdadera corresponsabilidad en la crianza, la persona que toma las decisiones respecto a esta situación termina siendo la mamá…No cabe duda que con buena intención, pero asumiendo la recomendación médica como final. Dejando afuera la perspectiva masculina.

Desde que emergió con fuerza el necesario movimiento feminista, he visto pasar un montón de bromas y chistes respecto al desconocimiento que tenemos los hombres respecto al placer femenino. Y me he reído de buena gana, porque muchos me identifican y la mayoría apunta a incompetencias reales que tenemos los hombres en relación a cómo viven el sexo las mujeres.

Con esto de la circuncisión, he descubierto que ellas también desconocen mucho respecto al placer sexual de un hombre. Una mamá que decide la circuncisión completa, está condicionando para siempre la vida íntima de su hijo, pero parece que en su análisis no está incluyendo esa variable. Existen casos documentados de traumas, bloqueos e incluso, intentos de suicido, por las consecuencias que ha acarreado a algunos hombres una operación en la que no tuvieron posibilidad alguna de decidir. Ni siquiera opinar.

En concreto: para un hombre esta operación significa, con el tiempo, la pérdida completa de la sensibilidad en el glande (cabeza del pene), lo que limita en un porcentaje importante, el tipo de experiencias que podrá incorporar en su futura vida sexual.

Es cierto, son niños, tienen 2, 3, 4 años, pero todos algún día serán adultos. Todos querrán vivir sensaciones plenas. Todos querrán tener la certeza de que nadie les limitó el futuro. ¿Por qué no considerar una segunda, tercera, o cuarta opinión, para esta importante decisión?



jueves, 29 de agosto de 2019

Ciento Dieciséis: Enfrentar para Aprender

Leo muchas historias de personas que inventaron enfermedades y otras excusas para eludir los bailes folclóricos de septiembre en el colegio, ya sea por miedo al ridículo o por pudor de su propio cuerpo (si les tocaba bailar pascuense).
Me parece que no es la escuela precisamente la "responsable" de cómo nos sentimos cada vez que estuvimos incómodos, sino nuestra formación familiar y la influencia de lo social en nuestras emociones.
De hecho, agradezco que profesores y contextos educativos me hayan puesto en incomodidades muchas veces, porque eso no me dejó más alternativa que enfrentarlas.
Independiente de como resultaron para mí en su momento, esas situaciones recrearon un mundo "real", en el que me he sentido incómodo todavía más veces. Y casi siempre, inesperadamente.
Superé miedos bailando, recitando, exponiendo, actuando...Lo pasé mal en ocasiones, pero entiendo que vivirlo en la adultez pudo haber sido mucho más impactante, pues no nos desenvolvemos en el ambiente contenido de un colegio. Y vaya que es diferente.

viernes, 16 de agosto de 2019

Ciento quince: Vasectomía


Todas y todos sabemos de qué se trata, aunque todavía se trata de una intervención lejos de ser popular. ¿Por qué? Pues principalmente porque, desde que se masificaron los métodos de anticoncepción, la sociedad endosó la responsabilidad de su uso a la mujer. Claro, al final “es ella la que queda embarazada y la que tiene la responsabilidad del hijo”.

En otra columna profundizaremos en aquella perversa idea, solamente resumir que “libera” al hombre de su rol de pro-creador de una nueva vida. Hasta el día de hoy se acepta; se pasa por alto; se minimiza; se normaliza el hecho de que un hombre se desligue se sus responsabilidades de padre. Y al mismo tiempo, se traslada toda esa carga concreta y emotiva a la madre, que debe asumir sin chistar todo lo que un/a hija/o trae consigo.

¿Y el condón? Bueno, siempre ha sido una manera sencilla de bloquear embarazos no deseados y también enfermedades, pero no son infalibles. Y en una relación estable, hay que decirlo, es muy agradable poder dejar de usarlos. ¿Pastillas? A muchas mujeres les han generado efectos secundarios peligrosos, como desequilibrios hormonales o aparición de quistes indeseados.

La vasectomía es una manera sencilla, de RESPONSABILIDAD MASCULINA, para dejar de engendrar, cuando hemos tomado la decisión de no traer hijos al mundo. O de haber traído ya las criaturas suficientes (que es mi caso, con 3 hermosos y pequeños muchachos).

Durante el embarazo de los mellizos, con la Andrea decidimos que sería yo el que tonaría las riendas del asunto. Era lo mínimo que podría comprometer luego del esfuerzo de mi compañera de casi 20 años, de llevar 9 meses en su vientre a nuestras actuales alegrías. Era lo mínimo que podía hacer como hombre, para asegurarnos una estupenda vida en pareja para todo lo que viene.

Y hace poco más de una semana, lo hice.

Estoy aún en rodaje en cierto sentido, pero la intervención ha sido de lo menos traumática que me ha tocado experimentar (y me he operado varias veces). Ambulatoria, 30 minutos, me fui a la casa esa misma tarde. Al día siguiente me tocó hacer un taller con uno de mis clientes. Todo tan normal, que uno llega a sorprenderse.

Aparecen dolores, después de unos 3 días, no les voy a mentir, pero son muy menores. Tienen que ver con el roce, principalmente, y son muy llevaderos. ¿Qué viene ahora? Pues volver lentamente a toda la normalidad posible. Incluyendo el deporte, con un partido de fútbol luego de 2 semanas.

Con el sistema de salud que uno tenga, no cuesta tanto. Coticé en un par de lugares y me quedé con el que me dio más confianza. Creo no haberme equivocado. No es cuestión de plata, en verdad, porque toda la inversión se recupera en ahorro de otros métodos. Y queda esta tranquilidad de haber resuelto un tema importante para siempre. Y haberlo hecho desde nuestra tan privilegiada masculinidad, sin echarle encima a nuestra pareja una nueva y difícil decisión.

Más detalles en Instagram: https://www.instagram.com/papaenrodaje/


miércoles, 3 de abril de 2019

Ciento Catorce: Es Hora de Igualdad


Fue en una de tantas intervenciones como consultor. La dinámica incluía una pregunta en que los asistentes indicaban y comentaban sobre "una persona a la que admiraban".
El ejecutivo, un caballero de gran clase y recorrido, dijo: "yo admiro a mi esposa". Todos pusimos atención a las palabras que iban a acompañar esa frase: "la admiro porque durante los más de 30 años que llevamos juntos, se dedicó a nuestros hijos de tal manera que nunca levantó el teléfono para molestarme por algo o pedirme que resolviera una situación sobre ellos. Me dejó trabajar tranquilo, mientras ella se hacía cargo de todo".
No hubo comentarios. Tampoco los hice, porque no tenía la confianza para hacerle ver mis críticas a su triste historia.
Sí he tenido confianza con otros, a quienes conozco de mucho tiempo, para enseñar, corregir, hacer ver...para instalar consciencia sobre lo que significa la Igualdad de Género, que hoy es una de mis más profundas convicciones.
Me he peleado con gente. Sé que algunos dicen que me he vuelto amargo o "falto de humor". Sé que algunos creen que "Toledo se puso extremo con lo de la Igualdad". Felizmente, estoy en una etapa de la vida en que la sensación de estar haciendo lo correcto es más satisfactoria que la evasión de un posible conflicto.
Sé que algunos (y peor que eso, algunas), deben criticar solapadamente a mi esposa, por haber asumido yo un nivel de protagonismo mayor en la crianza de nuestros dos últimos hijos. ¡Vaya ridiculez! Como si los roles de género instalados por una sociedad anacrónica fueran más importantes que el respeto por el otro, el compañerismo y el amor.
"A mí no me identifica el feminismo, porque creo que uno tiene que ganarse las cosas por su propio mérito", leo decir a algunas mujeres en redes sociales. Probablemente, desconocen en qué consiste el "mérito": sólo funciona en canchas que son parejas, y acá y en casi todo el mundo, estamos lejos de contar con esa condición de base.
"Tengo un esposo que me quiere y me regalonea; hijos que me respetan; hermanos que me cuidaron siempre. No tengo razones para adherir a la causa feminista", postean otras. ¿En serio se puede ser tan egoísta? ¿Saben por lo que tienen que pasar las mujeres en países musulmanes o las que son mutiladas sexualmente en países de África? Y más cerca: ¿Saben de la brecha de sueldos que existe entre mujeres y hombres en Chile? ¿Saben que, a estas alturas del año, ya llevamos 10 mujeres asesinadas por sus ex parejas, que creían que ellas eran de su "propiedad"? Parece que no les importa.
No voy a marchar hoy, porque no me corresponde. Pero mi lucha por la equidad es cotidiana y quienes me conocen lo saben de sobra. Me verán en ello acá o cuando nos veamos en directo. En la conversación habitual o en la misma TV.
A mis camaradas hombres, la invitación a hacerse conscientes de nuestros privilegios y, desde ahí, comenzar a construir un discurso diferente. El cambio puede iniciarse en el mismo grupo de whatsapp en que sueles compartir pornografía, chistes machistas o misoginia en cualquiera de sus formas. O en el almuerzo en casa de tu madre, al terminar y levantarte a lavar los platos, o llegar con la comida comprada para que ella descanse de su dinámica de las últimas 3 décadas.
La Igualdad de Género no es un capricho. Es un acto de justicia. Y todas y todos seremos cada vez más felices al avanzar, aunque sea lento, hacia un escenario diferente. Uno mejor.