miércoles, 25 de marzo de 2015

Ochenta y Tres: Tarea para la Casa

Crecimos haciendo las “tareas” o “deberes” que nos daban nuestros profesores en la escuela. Era parte de lo cotidiano, parte del esfuerzo que implicaba nuestro aprendizaje (no solamente respecto de la transferencia de contenidos, en todo caso). No era cuestionable “hacerlas o no hacerlas” frente a nuestros padres o nuestros maestros. De hecho, nos llevábamos una “anotación negativa” en el Libro de Clases, si al profesor se le ocurría revisarlas y no habíamos cumplido.

No sé si a ustedes les pasó lo mismo pero, a pesar de las “tareas”, no recuerdo haber dejado jamás de hacer lo que me gustaba, como salir a jugar con mis amigos o ver mi programa favorito de TV. Había tiempo para todo. Estirábamos los días, tal como hoy estiramos nuestra memoria para recordar esos hermosos años.

Pero todo cambia. Y cada vez leo más voces de “expertas” en crianza/educación, que solicitan la eliminación de las “tareas para la casa”, o que buscan demostrar su obsolescencia. Esta columna pretende precisamente lo contrario…Acá, derechamente, lo escrito es una apología a esta noble herramienta educativa. Y la sostendremos sobre 6 cimientos muy concretos:

1)            La tarea es Encuentro entre hijos y padres. Es la obligación permanente de papá o mamá porque su hijo cumpla con las responsabilidades que tiene en su escuela, lo que en tiempos de desconexión y “trabajolismo” se agradece. Una tarea permite, muchas veces, que los papás lleguen temprano a casa,  rompiendo con la lamentable rutina de la ausencia.

2)            La tarea es Responsabilización. O accountability, como dirían los gringos. A través del cumplimiento de la tarea, los niños aprenden acerca del compromiso, del “hacerse cargo”. Y entienden que la comunicación con otros se hace en base a acuerdos que hay que respetar.

3)            La tarea es Creatividad. Abre un espacio formal para resolver el planteamiento de un profesor, sacando lo mejor de un niño, y su familia, en pos de un objetivo común.,

4)            La tarea es Trabajo en Equipo. Genera un contexto en que la unión hace la fuerza. Enseña a un niño a pedir ayuda, cuando la necesita. Y a verificar su propio espacio de autonomía, marcado por la evolución de sus competencias.

5)            La tarea es un Desafío. Y es una invitación a un niño para superar sus límites, apelando a los diversos recursos que tiene a disposición (por eso es tan importante contar un una “biblioteca” en casa, más que con un computador…)

6)            La tarea es (Auto) Motivación. Porque hay veces en que un niño no tendrá en absoluto ganas de hacerla. Pero la necesidad de cumplir de igual manera, lo llevará a descubrir dentro de sí, la voluntad. Porque también habrá veces en que las tareas serán cada vez más entretenidas y desafiantes que las anteriores. Y la ansiedad por alcanzar las metas se volverá una motivación natural.


Podría listar varios puntos más, pero me parece que son suficientes. Antes de cerrar, solo recordar a los profesores dos cosas: una tarea debe tener SENTIDO, de lo contrario, los niños no comprenderán por qué deben hacerla y nada los movilizará; y otra cosa, muy relevante: el EXCESO de tareas hace colapsar a los adultos…Imaginen cómo les hace a los niños…Al fin y al cabo, la tarea es como el cilantro…bueno, pero nunca tanto.