“No puedo detener el tiempo que se escapa entre mis dedos…frágiles”,
escribí una vez en una de las canciones favoritas de mi banda. Hace una
eternidad que no vuelvo a tomar la guitarra para algo en serio como componer o
ensayar con otros músicos aficionados. Sin embargo, ahí está esa melodía, y esa
letra, que no pierde vigencia en mi vida.
Puede que ahora entienda mucho mejor lo que quise decir con
esa frase. Es una real paradoja que hace mucho tiempo que el tiempo ocupe mi
tiempo. Durante una época, incluso, reconozco que lo pasé mal, pensando en la
finitud de todo lo que nos rodea. No me conformaba con eso, quería retenerlo al
costo que fuese. Pero inevitablemente, limitaba con la “fragilidad de mis dedos”.
El esfuerzo por contener la historia, nuestra historia…no
debe ser infructuoso, aunque nos lo parezca. No podemos detener el tiempo, es
verdad, pero sí podemos elegir qué hacer con él. A pocos días del quinto
cumpleaños de Darío, la evaluación de mis decisiones me deja tranquilo y feliz.
En cinco años aprendí mucho más que en los primeros
treinta y uno. Aprendí mucho más de mis errores; de mis prejuicios; de mi
comportamiento, tantas veces absurdo. Aprendí que mis opiniones nunca son
definitivas; que la inconsecuencia no es sino la oportunidad de crecer y dejar
atrás una etapa.
La paternidad me hizo hombre, en todo el sentido de la
palabra. Me volvió capaz de comprender que detrás de cada palabra hay una intención.
Y que cada rostro oculta siempre un sueño.
Hoy me siento capaz de derribar cualquier tipo de
límites. Y me he encargado de demostrarlo con hechos, jugándomela por lo que
parecía imposible. Aun cuando el porcentaje de logros no sea del 100%.
Tus ojos están siempre sobre mí, recordándome que soy tu
héroe personal, y que no hay nada que pueda detenerme. Ni siquiera un reloj en
mi muñeca, o un calendario pegado en la pared de nuestra cocina, Cada uno de
mis esfuerzos ha buscado estar a la altura de lo que soy para ti.
Cinco años para festejar, mas no para lamentarse. Cinco
años para decir: qué rápido que pasa el tiempo, cuando lo vives intensamente.
Cuando no hay pendientes. Cuando estás feliz de haberlo entregado todo.
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