“¿Qué día es hoy?” me dice Darío, al despertar y, acto seguido, me
pregunta “¿Tenemos que ir al jardín?”. Su relación con el tiempo es todavía
precaria, pues solamente distingue el día de la noche (y solo porque cuando
oscurece llega el tiempo de ponerse el pijama).
Sé que hay niños que a su edad ya reconocen relojes y calendarios. No me
preocupa mayormente…Darío conoce los nombres de los meses y los días de la
semana…simplemente, no le hemos enseñado a ubicarse temporalmente.
Para él son todavía difusos el hoy, el mañana, el ayer…y personalmente,
me encantaría alargar ese desconocimiento lo más posible. ¿Por qué? Simplemente
porque tiene años por delante durante los cuales el tiempo será una suerte de
“calabozo obligatorio”, que no nos priva de libertades, salvo que dejemos que
ocurra. ¿Me explico?
Muchas veces he pensado en lo maravilloso de “dejarse llevar”, como
hacen los niños, proyectando sus sueños solamente en esencia, sin plazos, ni
límites. Y cómo a nosotros los adultos, el tiempo nos tortura sin querer,
cuando no alcanzamos a hacer todo eso que teníamos presupuestado concretar.
La Andrea ya no quiere mantener a Darío en esta situación. Dice que la
falta de certezas en el tiempo, le va generando ansiedad. Y puede que tenga
razón, aunque yo diría que ocurre solamente en aquellas cosas que el quiere
realizar lo antes posible: ir a visitar a los tatas; ir al cine; que venga a
verlo su tía Macarena…
Cuando le “adelantamos” situaciones que sabemos lo harán feliz en
extremo, tenemos cuidado de acotar lo máximo posible las condiciones en que
ello se dará, de manera de no generar expectativas desmedidas en su infinita imaginación.
Aun así, si le digo que mañana iremos a ver una película, me contesta,
cambiando el tono: “Ya pasó el mañana, ya pasaron los minutos…”
Probablemente, soy yo quien debo asumir que se termina una época y que
debo ceder para generar un Darío más consciente del tiempo. Estoy dispuesto a
hacerlo, con la satisfacción de haber regalado a nuestro hijo unos años
inolvidables, en los que solo importó lo que pasaba y él podía percibir. Años
en los que cinco minutos, eran lo mismo que 5 semanas…porque solo importaba el AHORA...
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