"Está bien papá, lo
haré", me dice Darío cada vez que cambio el tono de mi voz, buscando que
modifique algún comportamiento, o que lleve a cabo una orden. Una respuesta en estructura
gramatical perfecta, probablemente extraída de una de sus películas favoritas
(más que las series, ama el concepto “cine”) y que rompe con el uso tradicional
que tenemos los chilenos de las formas verbales en futuro.
Es increíble lo que dice
el lenguaje (aunque suene obvio), respecto de una cultura, o de la
idiosincrasia de una nación. La verdad es que nadie en Chile dice “lo haré”…siempre
decimos “voy a hacerlo”…siempre es “voy a salir de vacaciones”, en vez de la
más breve “saldré de vacaciones”…
Inconscientemente, estamos
poniendo un paso intermedio entre la intención y la acción…todo el tiempo. ¿Por
qué? De repente pienso que nos gusta pisar sobre seguro, y cuidamos de no
declarar nada en términos definitivos, como si en cualquier momento pudiese
cambiar. También pienso que tenemos una tendencia natural y permanente a procrastinar
(me encanta esta palabra, significa “postergar”).
Amamos –me incluyo- eso de
“dejar para mañana lo que podríamos haber hecho hoy”. Es parte de nuestra
esencia estar desenfocados y dispersos, distraídos por lo puntual en perjuicio
de nuestros planes futuros. ¿Cómo avanzamos, entonces? Bueno, precisamente,
cuando tomamos consciencia y nos hacemos cargo de la acumulación de sueños e
intenciones.
Desde otro punto de vista,
podría decirse que gozamos profundamente del presente, tanto como para
modificar al instante nuestros planes futuros…
Darío, ajeno a mis elucubraciones,
me sorprende todos los días en su relación con el lenguaje. Y me encanta su
esfuerzo permanente por expresarse de la mejor manera. Solo espero que los años
no perviertan de manera irreversible sus expresiones de hoy…como nos va pasando
a todos en la medida que nos vamos haciendo adultos.
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