Anoche veía en televisión un reportaje sobre los juegos
infantiles que han ido cayendo en el olvido, en beneficio de nuevos estímulos,
“más modernos” o “más tecnológicos”. El periodista hacía la prueba de exponer a
niños de hoy a los juegos de antes, como saltar la cuerda; el run run (botón
que giraba gracias a un cáñamo) o el nunca bien ponderado trompo.
Inicialmente, desconocían el objetivo de cada juego, pero
ante la invitación a probar, accedían de buena gana al “ensayo y error”, para
entender su funcionamiento. Y lo más llamativo de todo: terminaban participando
entusiasmados y en grupo.
¿Es la infinidad de estímulos que existen hoy para los
niños, la causa de que ellos ya no jueguen como nosotros lo hacíamos antes? Es
simple responsabilizar a lo que nos rodea, por el camino que siguen nuestros
hijos, o las preferencias que van teniendo en la vida. Ya he comentado en este
espacio lo relevante de nuestro rol más allá del cuidado básico…generando
contextos y paisajes en que ellos puedan desenvolverse.
Toda decisión que tomamos en cuanto al acceso de los
niños a diversas experiencias, tiene una ganancia y un costo. Encender el
televisor, por ejemplo, nos presenta siempre esa disyuntiva ¿Será bueno que vea
tanta tele? ¿Será bueno este programa para él? ¿Lo premio porque se ha portado
muy bien?
Querámoslo o no, hay que reconocer que como padres hemos utilizado
la tele más de alguna vez para generarnos espacios de tranquilidad: en alguna
reunión de amigos; en algún espacio de trabajo desde casa o, simplemente, en la
búsqueda de intimidad…
La tentación, a partir de esos resultados, es grande. Y
hoy a la tele se han sumado herramientas como el computador, las consolas, los
celulares…Los esfuerzos que hacemos con la Andrea, siguen orientados a no
perder el control ni la autocrítica. No abusar de los recursos y apelar a ellos
cuando sea absolutamente necesario. Y también, a postergar lo más posible el
encuentro de Darío con una Wii, Xbox o PlayStation…
¿Por qué los niños del reportaje no conocían los juegos
tradicionales de “calle”? No es porque prefieran una consola…Más bien fueron
sus padres los que escogieron por ellos.
Lo hicieron al no dedicar tiempo a la transferencia de su
propia experiencia infantil (voluntaria o inconscientemente); al no estimular
el gusto por jugar con los amigos cara a cara, cansarse y llegar todo sudado y
sucio a casa, para recibir un reto de mamá…Al no sentarse en casa con los niños
para jugar una hora de Monopoly, reír y comer papas fritas…
Uso y valoro diversas herramientas tecnológicas. Y
reconozco que muchas veces he caído en la perversión del tecleo mientras
comparto con la Andrea y mi hijo…pero aún no me he rendido a la locura. Sigo
teniendo claro la trascendencia de estar piel con piel con mi mujer, de reír
dibujando y corriendo con mi hijo en casa…Y tantas otras opciones gratuitas y
tanto o más trascendentes que aquello que en ocasiones nos quita el sueño.
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