La maternidad es, en sí misma, un universo. Por estos
días, en que estamos dejando atrás una nueva celebración para todas esas mujeres
que han sido madres (por la vía biológica, administrativa o alternativa), me
puse a pensar otra vez en lo incomparable de ese vínculo.
Ya lo he dicho muchas veces en este espacio: el rol que
podemos asumir como padres, tiene otras características, variables y alcances,
que están en un nivel distinto, en cuanto a profundidad, con respecto a las
mujeres. Aunque no sea, por eso, menos relevante.
Las mamás, por eso de ser mujeres, tienen una capacidad
que a veces, llega a asustar. Ellas le llaman “sexto sentido”, y les permite
anticipar situaciones que desconocen, pero que saben están ahí, latentes. Por eso resulta tan infructuoso ocultarles
información…Yo, por lo menos, ya cedí en ese “tira y afloja” y prefiero
compartir con ella lo que está ocurriendo.
Esa sensibilidad de madre es también una terrible compañía
para ellas, pues toma las formas de la angustia; la preocupación y la ansiedad.
Les obliga a estar siempre atentas “a la jugada” y negadas a la posibilidad de
un verdadero relajo, entendiendo que siempre están proyectando lo que está por
venir.
Pero, en la práctica, tienen las competencias para
sobrevivir a este desafío permanente, de la mejor manera. Es así que se dan
maña para apoyar nuestras necesidades y para ser las primeras en acoger cuando lo
estamos pasando mal.
Como padre de Darío, la diferencia ha pasado por el
ángulo de mi mirada. Durante décadas fui –y sigo siendo- el destinatario de las
atenciones de una madre dedicada y cariñosa. Hoy, además de eso, soy testigo
presencial y directo de la labor maternal de mi mujer, traducida en
innumerables gestos cotidianos que hacen de mi vida una experiencia alucinante.
Y, desde la testosterona y la tradición masculina más
ancestral, creo estar en condiciones de declarar con certeza que la Andrea es “la
mujer que yo quería como madre de mis hijos”.
No estoy muy seguro si alguien del género, conscientemente,
busca una mujer con tales o cuales características que apunten a ese objetivo.
Lo que sí me queda claro, es que llega un punto en que de manera natural,
admiramos el esfuerzo de ellas en cuanto madres. Y, mejor aún en mi caso, alucinamos
al apreciar esa notable capacidad de decidir rápido y certeramente, lo que es
más adecuado para nuestros niños.
Eso, mientras nosotros seguimos pensando y pensando…
Qué bonito, a tu mujer seguro que le encanta leerlo. De todas formas, yo creo que los hombres cada vez más estáis siendo contagiados por ese sexto sentido, al menos en mi caso :-)
ResponderEliminarNo sé si mi mujer lo ha leído aún, pero espero que le guste, pues es una declaración desde la pura emoción! =) Me alegra que los hombres estén también adquiriendo esta "competencia"...es muestra de que estamos haciendo las cosas mejor...Saludos!!!!
ResponderEliminar