jueves, 1 de diciembre de 2011

Treinta y Nueve: Detalles

Tal como la canción de Roberto Carlos, me gustaría hablar simplemente de detalles. No estamos acostumbrados a reparar en ellos, pero es increíble cómo los valoramos y cómo cambian nuestra percepción de las cosas.
Sucede de manera inconsciente. Esto, porque no estamos pendientes todo el tiempo de los detalles que esperamos, pero sabemos reconocerlos inmediatamente cuando estamos frente a ellos (suena muy parecido a aquello que llamamos felicidad, ¿no?).

Los niños son detallistas en extremo. Cuidadosos de un entorno cuyas características ignoran, dan cuenta de todo aquello que nosotros ya no somos capaces de ver.

Darío está entrando en una exquisita etapa de descubrimiento, en la que relaciona las palabras, con las cosas (no te olvido, Foucalt) y, como padre, debo estar atento a sus requerimientos constantes respecto de los nombres que tienen las cosas que le llaman la atención.

Y muchas veces, cuesta. Porque estoy con la cabeza en otra parte; porque estoy mentalmente agotado y la razón que más se repite: porque he visto tantas veces lo que Darío me muestra, que no logro ver su “gracia”. La fuerza de la costumbre…como la canción de Metallica…triste, pero cierto.

Pero él insiste y eso me obliga a salir de mi letargo. ¡Cuánto lo agradezco! Gracias a su tesón inclaudicable (propio de una imaginación ilimitada y naif) me he vuelto a encontrar con las cosas en su real dimensión. Y con incredulidad me he sorprendido disfrutando de la simpleza que tienen gestos como abrir una puerta o ventana;  perseguir pompas de jabón en el patio o presionar el botón correcto en un ascensor.

¡Que alguien nos devuelva la capacidad de asombro! No la perdimos por el progreso, no nos engañemos. La perdimos al cambiar nuestras prioridades de vida y concentrarnos en nuestro propio interés (no solo monetario). La perdimos sin, siquiera, luchar por ella. Quizá porque no teníamos ganas, o porque en la batalla cotidiana por el sustento, nos topamos con realidades duras, que nos petrificaron al punto de olvidar gran parte de las cosas que nos hicieron soñar.

¿Les cuento algo? No es fácil, pero se puede volver. Basta contar con la intención y, por cierto, contar con una “pequeña” y adecuada ayuda…

No hay comentarios:

Publicar un comentario