Fueron ciertas conductas puntuales –y recurrentes- de 3 o
4 niños del kínder, las que generaron un intenso movimiento de padres durante
los últimos meses del año pasado. Todas, tenían que ver con una “adultización” en sus maneras de actuar, que estaban
completamente desconectadas del resto de sus juegos, conversaciones y
ansiedades, normales para la edad de 5-6 años.
Debo reconocer que quedé impactado, porque no estaba en
mis cálculos que, como papás, debiéramos preocuparnos de este tipo de cosas tan
temprano. Estaba intrigado, tenía que saber más detalles, para entender las
razones (o causas) que habían llevado a niños tan pequeños a manifestarse de
estas maneras.
Los niños de 5-6 años no son completamente responsables
de lo que hacen. De hecho, como padres sabemos que son todo lo contrario: escasamente
responsables de sus vidas, que están regidas por nuestras decisiones sobre lo
que ven o no ven; por lo que escuchan y lo que no; por lo que hacen o dejan de
hacer.
Los niños no toman decisiones (están en proceso de
aprender a hacerlo). Y cuando dejamos de tomarlas por ellos, por las razones
que sean (ausencia, falta de tiempo, conflicto de pareja, entre otras), las consecuencias
son inmediatas. Los pequeños absorben todas las fuentes de información que
tienen a su alcance. Y en un mundo de teléfonos inteligentes, tablets y
computadores, es un riesgo que no nos podemos dar el lujo de permitir.
Darío, en esta ocasión, no fue protagonista, sino uno más
de los niños “afectados”, por estas situaciones. Digo “afectados”, porque
entiendo y defiendo el hecho de que protejamos todo lo que sea posible la
inocencia y la mentalidad infantil de nuestros hijos. Y, claramente en este
caso, un pequeño grupo ha estado influyendo sobre otro grande para que ello no
se dé como los padres esperamos.
Me tranquiliza que él no haya sido protagonista en esta
ocasión, pero queda latente en mi corazón la opción de que en otra ocasión lo
sea. ¿Depende de él? ¿De los profesores de su Escuela? ¿De sus compañeros y sus
padres?
En realidad, son múltiples los factores que pueden
influir en ello. No obstante, estoy convencido de que el más importante (porque
tenemos control sobre él) yace en casa, en la conversación permanente, en el
cariño, en la intención y acción de compartir y discutir las fuentes de
información a las que exponemos a los niños, ya sea en forma de texto, música o
video. Porque, aunque algunos padres del curso minimizaron (y siguen
haciéndolo), el impacto de todo esto, todo empezó con un video de reggaetón en
Youtube…
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Papá en Rodaje agradece el aporte de LENOVO y BBVA para sus publicaciones
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