lunes, 6 de febrero de 2012

Cuarenta y Cinco: Pa-Pa-Pi

Una de las grandes pruebas a enfrentar en la crianza temprana debe ser el abandono del pañal.

Para los pequeños no puede sino ser violento el hecho de que, de un día para otro, se les obligue a controlar algo que no ha requerido de su preocupación en más de dos años de vida. Hasta ese momento ha sido todo tan sencillo para ellos, pues un adulto ha estado pendiente de darles de comer; de cambiarlos cuando se hacen; incluso, de entretenerles.

En ese sentido, la responsabilidad que asumimos como padres en el proceso de aprendizaje “fisiológico”, es total. Desde lo meramente "operativo" (correr, limpiar y, obviamente, tener siempre a mano una pelela/bacinica), hasta lo más "intangible" (y complicado de lograr), como es la motivación de un niño.

¿Cómo se logra el objetivo? Hay un fondo, pero no una forma. La apuesta paternal debe ser el todo por el todo, pues de lo contrario todos los avances pueden volverse regresión. Cada aviso para ir al baño (“pa-pa-pi”, dice Darío) es un triunfo personal, pero también colectivo, que debe ser festejado siempre, aunque sin exagerar.
Desprenderse de aquello que desechamos no deja de ser simbólico y es posible aprovechar eso a nuestro favor. Despedirse de lo que dejamos en el baño, por ejemplo, es algo con lo que los niños “enganchan” de manera entusiasta y efusiva. Tanto así que hoy, por ejemplo, mis vecinos deben haber escuchado claramente repetido –cerca de 100 veces- un grito de felicidad: “¡chao, caca!”, que Darío ha expresado desde el alma, como sabiendo que ha superado un hito.

Me pregunto cómo nos iría, a los adultos, intentando con un cambio de hábito tan radical como dejar el pañal. Probablemente, muy mal. Y quizá ni siquiera estemos cerca de lograr el objetivo. Somos testarudos, “mañosos”, nos gustan las cosas a nuestra manera y en contadas ocasiones, estamos dispuestos a ceder (nunca, si no hay algo a cambio).

Flexibilidad. Eso envidio de la disposición de un niño, que a veces puede rozar lo veleidoso, pero que, en general, se adapta de manera natural a muchos desafíos y aventuras. Simplemente, por el encanto de lo nuevo y la estimulación anímica que recibe para hacerlo. Suena más sencillo de lo que realmente es.

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