Fue en una de tantas intervenciones como consultor. La dinámica
incluía una pregunta en que los asistentes indicaban y comentaban sobre
"una persona a la que admiraban".
El
ejecutivo, un caballero de gran clase y recorrido, dijo: "yo admiro a mi
esposa". Todos pusimos atención a las palabras que iban a acompañar esa
frase: "la admiro porque durante los más de 30 años que llevamos juntos,
se dedicó a nuestros hijos de tal manera que nunca levantó el teléfono para
molestarme por algo o pedirme que resolviera una situación sobre ellos. Me dejó
trabajar tranquilo, mientras ella se hacía cargo de todo".
No
hubo comentarios. Tampoco los hice, porque no tenía la confianza para hacerle
ver mis críticas a su triste historia.
Sí
he tenido confianza con otros, a quienes conozco de mucho tiempo, para enseñar,
corregir, hacer ver...para instalar consciencia sobre lo que significa la
Igualdad de Género, que hoy es una de mis más profundas convicciones.
Me
he peleado con gente. Sé que algunos dicen que me he vuelto amargo o
"falto de humor". Sé que algunos creen que "Toledo se puso
extremo con lo de la Igualdad". Felizmente, estoy en una etapa de la vida
en que la sensación de estar haciendo lo correcto es más satisfactoria que la
evasión de un posible conflicto.
Sé
que algunos (y peor que eso, algunas), deben criticar solapadamente a mi
esposa, por haber asumido yo un nivel de protagonismo mayor en la crianza de
nuestros dos últimos hijos. ¡Vaya ridiculez! Como si los roles de género
instalados por una sociedad anacrónica fueran más importantes que el respeto
por el otro, el compañerismo y el amor.
"A
mí no me identifica el feminismo, porque creo que uno tiene que ganarse las
cosas por su propio mérito", leo decir a algunas mujeres en redes
sociales. Probablemente, desconocen en qué consiste el "mérito": sólo
funciona en canchas que son parejas, y acá y en casi todo el mundo, estamos
lejos de contar con esa condición de base.
"Tengo
un esposo que me quiere y me regalonea; hijos que me respetan; hermanos que me
cuidaron siempre. No tengo razones para adherir a la causa feminista",
postean otras. ¿En serio se puede ser tan egoísta? ¿Saben por lo que tienen que
pasar las mujeres en países musulmanes o las que son mutiladas sexualmente en
países de África? Y más cerca: ¿Saben de la brecha de sueldos que existe entre
mujeres y hombres en Chile? ¿Saben que, a estas alturas del año, ya llevamos 10
mujeres asesinadas por sus ex parejas, que creían que ellas eran de su
"propiedad"? Parece que no les importa.
No
voy a marchar hoy, porque no me corresponde. Pero mi lucha por la equidad es
cotidiana y quienes me conocen lo saben de sobra. Me verán en ello acá o cuando
nos veamos en directo. En la conversación habitual o en la misma TV.
A
mis camaradas hombres, la invitación a hacerse conscientes de nuestros
privilegios y, desde ahí, comenzar a construir un discurso diferente. El cambio
puede iniciarse en el mismo grupo de whatsapp en que sueles compartir pornografía,
chistes machistas o misoginia en cualquiera de sus formas. O en el almuerzo en
casa de tu madre, al terminar y levantarte a lavar los platos, o llegar con la
comida comprada para que ella descanse de su dinámica de las últimas 3 décadas.
La
Igualdad de Género no es un capricho. Es un acto de justicia. Y todas y todos
seremos cada vez más felices al avanzar, aunque sea lento, hacia un escenario
diferente. Uno mejor.
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