A partir de la idea reciente del gobierno para aumentar la natalidad, se me ha ocurrido escribir algo para ayudar a romper esta lógica del “garrote” (Aula Segura) y la “zanahoria” (Premio por Número de Hijos)…
La decisión de tener hijos pasó de ser incuestionable (para nuestros padres y abuelos), a ser un acuerdo más meditado y tardío. En la práctica, hoy tenemos muchas parejas sin hijos o sólo con uno. Y el cuestionamiento social ante esto está en vías de desaparecer, para bien de todos ellos.
Una primera interpretación positiva del fenómeno yace en nuestra incipiente paridad de roles, que avanzó en este punto más que en otros: tener hijos dejó de ser una decisión exclusiva del hombre (una perogrullada necesaria).
Traer un hijo al mundo debe convivir con las legítimas aspiraciones de una nueva mujer, con derecho a estudiar, trabajar y ser feliz en su desarrollo personal, ¡Aleluya! Incluso si no quisiera tener hijos, por las razones que uesen…
¿Y cuando esa mujer profesional tiene por fin la opción y las ganas de embarazarse? La cultura laboral chilena le pondrá obstáculos traumáticos. Desde la reacción de su jefe (a), hasta la de su equipo al reincorporarse (mobbing)…
Claro, esto está ocurriendo en algunos grupos socioeconómicos. En la parte baja de la pirámide de ingresos, estamos mucho más anclados en el pasado con respecto a “corresponsabilidad” (otra asignatura estatal pendiente, pero que da para otro hilo).
¿Más razones por las que no estamos teniendo tantos hijos como antes? Porque nuestros padres se encargaron de transmitirnos un discurso sobre “seguridad económica” que nos tomamos muy en serio. La Generación X y los Millenialls no corren los riesgos que se corrían antes.
Los nunca bien ponderados Millenials, además, ven a los bebés como una amenaza inmediata para su libertad, que valoran más que cualquier otra cosa. Un niño interfiere en su posibilidad de tomar decisiones sobre traslados, viajes, estudios…
¿Están pensando las nuevas generaciones más en sí mismas que antes? Pues, claramente. Y es un hecho de la causa. Este hilo no pretende hacer un juicio sobre esa tendencia, sino señalarla como antecedente.
¿Es posible revertir una tendencia de natalidad negativa ofreciendo un premio? Me parece que no. Como idea, subestima una decisión importante, cuyo impacto es prácticamente eterno y no circunstancial.
Este tipo de ideas están ligadas al modelo y acá vuelvo al origen del hilo: la zanahoria y el garrote. Son tan importantes los resultados, que las recompensas aparecen como seductoras para lograr objetivos. Y eso lleva a poner la carreta delante del caballo.
¿Cómo generamos cambios de este tipo que sean sostenibles en el tiempo? Me parece que lo primero es crear las condiciones óptimas para que las familias decidan tener hijos. Y no al revés.
Pasa lo mismo con la educación y lo de entregar premios a los colegios con mejores resultados en Sistemas de Medición, o crear “liceos Bicentenario”, en vez de instalar una política de diseño e inversión homogénea. La buena gestión siempre traerá buenos resultados.
Hacer las cosas bien, para lograr que la realidad se modifique: las familias van a optar a tener más hijos si perciben que educación y salud son accesibles; que las oportunidades son para todas/os; que existe una sociedad amable, que valora a los niños como el futuro que son.
Si la sociedad está viendo a los hijos como un obstáculo para la Calidad de Vida, no es que la sociedad esté “enferma”, como dijeron por ahí. En realidad, estamos enfrentando barreras concretas para desarrollarnos en ella.
¿Un par de tips concretos para mejorar el panorama de quienes desean tener hijos y están dudando? (acá hay que apuntar primero). Trabajo profundo en torno a corresponsabilidad, comenzando por un posnatal masculino de un mes.
Los niños requieren de grandes cuidados en su primera etapa y el apoyo de personas adicionales (familiares o pagadas), porque la administración de la casa se reordena. ¿Qué puede aportar un papá durante los 5 primeros días? Poco.
“Es que el posnatal se puede traspasar”. La evidencia es que menos del 0,5% de las personas lo ha utilizado. ¿Qué hombre querría que su pareja se restara de un proceso tan especial para ellas? Más aún, si en esta época lo están viviendo sólo una vez en la vida…
Y el otro tip: intervengamos y fiscalicemos el espacio laboral chileno. Están pasando cosas que todos hemos visto, pero que no aparecen en los diarios: mujeres apartadas de proyectos por embarazo; ofertas para renunciar al fuero; mujeres cambiadas de cargo tras volver del posnatal; mujeres que deben asumir la carga de casa y trabajo porque su pareja no sabe de roles; mujeres que ganan menos que hombres en el mismo cargo; jefes que no aceptan la “hora de lactancia” de su colaboradora…
El cambio es cultural. Y la cultura no se cambia con premios. Por más buena que sea la intención. Para que los niños vuelvan a ser importantes, hace falta más que eso.
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