domingo, 21 de agosto de 2011

Veintiséis: El Pasado no se fue (1era parte)




Ya saben que mucho me ha apoyado mi madre en el proceso de criar a Darío. Es ella quien lo cuida desde el alba hasta la tarde, cuando de regreso de la jornada laboral, pasamos a buscarlo para emprender rumbo al hogar.

Es una agenda intensa para nosotros, a no dudarlo, pero creo que física y mentalmente ya le hemos “tomado la mano”, entendiendo que hay un bien superior que proteger: el hecho de que el pequeño esté con una persona de confianza, conocida y que permanentemente estimula sus sentidos con juegos, conversaciones y gestos de acogida que Darío reconoce como únicos y especiales.

He observado la relación que mantienen y me emociona profundamente ver a mi madre criando un niño en el que estoy seguro que ha revivido mi propia infancia.

Y lo digo porque la he sorprendido usando frases y gestos que me hacen viajar mentalmente a los primeros años, tal como nos pasa con algunos aromas o sonidos de la edad temprana, que volvemos a encontrar a estas alturas, 30 o 40 años después…

Pero, en este caso, se trata de algo completamente vívido, estremecedor...tanto, como para que el otro día le pidiese a mi madre que repitiera las palabras que estaba utilizando para consolar a Darío, pues me sentí como en un capítulo de la “Dimensión Desconocida” y estaba observando desde afuera, mi propia existencia.

Solemos decir respecto de esa etapa (la misma que vive Darío ahora), que los niños no tienen demasiada conciencia, que posiblemente no recuerden regalos, cumpleaños o hitos que nosotros "inventamos" para ellos. Y tal vez sea cierto en la mayoría de los casos...porque tampoco hacemos demasiado esfuerzo en recuperar las imágenes y memoria perdida. 

Ojo: El pasado no se va. Siempre va a estar ahí, independiente de lo que decidamos hacer con él. Nuestro "pequeño poder" consiste en clasificar los recuerdos, ponerlos en cajones virtuales y volver siempre sobre los que consideramos favoritos y más recurrentes.

Qué nivel de emociones vive Darío diariamente...al enfrentarse por primera vez ¡a todo! Me juego mucho del tiempo que estamos juntos para lograr que aprehenda lo que lo rodea. Da lo mismo si no es al nivel de detalle de una pintura de Claudio Bravo...bien puede funcionar un Picasso, si gran parte del encanto de nuestros recuerdos, es que los hemos distorsionado hasta el límite, buscando que se parezcan cada vez más a nuestros sueños.



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