Hace dos semanas que los #mellizos cumplieron 3 años. Hablan poco todavía (no es algo que nos vuelva locos en casa, porque entendemos que cada persona crece a su ritmo. Uno de las frases que más usan en lo cotidiano es la del título “solo, papá, solo”.
Cada vez que les enseño algo nuevo e interesante a sus ojos
infantiles, quieren probar cómo se hace, a través de sus propios medios. Regar
el patio; abrir la puerta del auto; poner un disco o un pendrive en el
reproductor; tocar la guitarra; usar el control remoto; preparar la masa para hornear pan, por poner algunos
ejemplos.
Para las cosas más aburridas, no existe tal disposición:
comer la comida; sentarte a hacer pipí o caca; ordenar los juguetes…Son niños y
son humanos como nosotros, los adultos, a quienes también lo rutinario nos da
lata. Es el desafío lo que nos mueve con mayor rapidez y efectividad.
Los dejo hacer cosas solos, luego de analizar los diversos
niveles de riesgo involucrados. Y las consecuencias. A veces, hacerlo solos no
parece tan entretenido como se veía cuando era el papá el protagonista, y lo
dejan rápidamente (nuestra lucha con las expectativas comienza con nuestro
nacimiento). Otras veces, quieren seguir y seguir, hasta que papá pone límites
(otros de los aprendizajes que no termina jamás: la tolerancia a la
frustración).
Están creciendo rápido. Por la #pandemia y el #encierro he
sentido muy de cerca la evolución de los muchachos. Y me encanta saber que ya
están en el escalón que sigue. Que vienen cosas todavía más movidas para mamá y
papá. Lo que será un desafío digno de lo mejor de nosotros.
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