He estado algo desaparecido de este lugar y tiene que ver
con una cuestión bien concreta: prioridades. Desde hace dos semanas, estoy algo
así como “al mando del buque”, con dos mellizos de 6 meses, mientras la Andrea
ha debido volver –dolorosamente- a su trabajo remunerado y mi hijo mayor pasa ¾
partes del día en su colegio.
Hoy trabajo por proyectos, lo que me permite administrar
mis tiempos, de manera de asegurar que los dos pequeños estén en las manos más
seguras posible (que no sean las de su madre, por cierto). Y aquí estoy, como
siempre, en permanente RODAJE…Aprendiendo y desaprendiendo, porque en 9 años
(la edad de Darío), las cosas cambiaron bastante. Eso, mientras hago el
esfuerzo por compatibilizar familia y trabajo..¿Les suena conocido?
En alguno de los lapsos de siesta de los muchachos, abocado
a mis labores remotas desde el computador, suelo poner películas que ya he
visto, las cuales me mantienen despierto y conectado con la realidad (el riesgo
de “apagarme”, está latente siempre, dado el cansancio). Una de mis
recurrentes, desde hace años, es “Náufrago”, y vaya que me ha vuelto a hacer
sentido su historia. Y cómo me han emocionado, nuevamente, sus diálogos.
El filme protagonizado por Tom Hanks es tantísimo más que
una lucha inspiradora y maravillosa por la supervivencia. Es una película sobre
aquello que, de una u otra manera, he venido abordando en los párrafos
anteriores: la gestión de NUESTRO TIEMPO.
Dice Chuck Noland (el personaje de Hanks), arengando a su cuadrilla de Fed Ex en
Moscú: “No nos permitamos el lujo de perder la noción del tiempo”. Lo dice,
pensando en los resultados de la empresa a la que representa y en base al
compromiso que siente por su trabajo. Lo que Chuck ha olvidado, a esas alturas
de su vida, es que no solo pierde tiempo quien demora más o menos, en relación
a un inclemente reloj. También perdemos valioso tiempo cuando no elegimos conscientemente
aquello que va primero en nuestras vidas.
Porque priorizar es ordenar en nuestra cabeza y corazón, la
cronología en la que queremos se desarrolle nuestro futuro inmediato. Y la
combinación de ambas fuentes suele dejarnos en permanentes disyuntivas, que
preferimos eludir. Claro, tomar decisiones desde la pasión podría dejarnos
aislados de lo concreto. Y al revés, el exceso de racionalidad le resta toda
emoción a lo que vinimos a buscar. ¡Qué dilema!
“Nunca sabes lo que puede traerte la marea”, dice Chuck en
una escena muy emotiva, haciéndose cargo de sus decisiones y la pérdida que
trajeron consigo. La “marea” de esta época laboral de mi vida me ha permitido
trabajar sin un horario demasiado estructurado. Y, al mismo tiempo, me ha
entregado la opción de regalarle a mis pequeños la continuidad de la compañía
de uno de sus padres, luego de 6 hermosos meses junto a mamá. Y acá escribo,
desde una pausa pequeña en este inmenso desafío, para el que espero estar a la
altura.
Vivimos años vertiginosos, y el tiempo se vuelve escaso
para compartirlo con nuestros sueños, familia y amigos. Programar una actividad
suele ser tan complejo, como agotador. Nuestro trabajo habitual nos consume
mucha energía y llegamos a casa con ganas de comer algo y “meternos al sobre”.
Todo esto, mientras nuestros hijos comienzan a aislarse en la tecnología,
también sin ser demasiado conscientes de lo que se están perdiendo.
SIEMPRE ES TIEMPO DE SER PADRES. No importa la hora, no
importa la acción. Siempre digo que mi cambio práctico favorito, llegado junto
con la paternidad, ha sido contar con días más extensos. Sí, porque despertar
de lunes a domingo a las 7 y acostarme a las 24, me trajo al principio
cansancio, pero luego, la posibilidad de encontrar nuevos espacios para
encontrarme con otros, COMENZANDO POR MI ESPOSA Y MIS HIJOS.
A pocos días de una nueva celebración para los PADRES en
muchos países del mundo, mi invitación es a volver a mirar nuestra agenda
personal cotidiana:
- - Volvamos
a sentarnos a cenar juntos, ojalá temprano, conversando sobre cualquier tema,
riéndonos y contándonos cómo estuvo nuestro día, lo que nos pasa…Nuestras
alegrías y penas.
- - Volvamos
a llegar a casa antes de que nos niños duerman, para bañarlos, acostarlos y
leer un cuento junto a ellos en su cama.
- - Volvamos
a programar juntos una salida del fin de semana, en la que todos la pasemos
bien…Saquémonos fotos y mirémoslas a fin de año, para recordar lo bueno que
fue.
- - Volvamos
a dejar el trabajo en el horario que le corresponde y desconectémonos de
problemas y dificultades que se resolverán de alguna forma al día siguiente.
Volvamos
a querer ser libres de lo que nos agobia, entendiendo que el tiempo se agota;
que no sabemos cuánto queda. Y que parte importante de lo que hacemos con él,
DEPENDE DE NOSOTROS.
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