viernes, 6 de enero de 2012

Cuarenta y Dos: Tejado de Vidrio

Es un tema la consecuencia. La entendemos como un valor dentro de los más importantes, porque está ligada a la credibilidad, y nos hace dignos de confianza para el resto de la gente.

La criticamos, en relación al comportamiento de los demás. Y solemos ser radicales al hacerlo, sin dejar opción a una interpretación un poco más profunda.  Sin embargo, pasamos por alto muchas acciones propias –candidatas a la inconsecuencia- o las justificamos de manera absurda, como para bajarles el perfil y no sigan “molestando” en nuestra conciencia.
A mí, por lo menos, me gusta ser consecuente. Y desde que Darío entró en mi vida, vivo pensando en la importancia de que él me perciba de esa manera. Entiendo que los niños rápidamente aprenden y absorben de lo que les rodea. Y, sobre todo, imitan lo que ven.

Hoy tengo mucho cuidado en lo que hago y también, pienso en aquellas cosas que no haría por ningún motivo, pues provocarían el cuestionamiento natural de mi hijo.
Hace poco, conversaba con un amigo, respecto a cierta remota posibilidad de trabajar en Hidroaysén, empresa que en Chile está preparando una de las represas más grandes del país, la cual inundará parte de la Patagonia. Le dije “yo jamás trabajaría ahí”. Me contestó: “estás loco, es un super buen trabajo”.  No dudé en decirle (me salió del alma): “trabajando ahí, no podría mirar a la cara a mi hijo”. No supo responderme.

Algunos podrán pensar que es una manera algo radical, también, de enfrentar la vida. Pero lo cierto es que los niños no comprenden aún de matices y la existencia aparece ante ellos como dicotómica. Y así como sus padres podemos parecer Superman o Batman, cuando hacemos algo admirable, también nos acercamos a los villanos, cuando nos ven en algo que ellos saben malo, o negativo.
A las puertas de los 34 años, puedo decir con cierta seguridad que esta vida tiene matices. ¡Y muchos! Que no existen los blancos o los negros y que siempre hay puntos de equilibrio que nos ayudan a mantenernos en pie.

Aprender lo que declaro, en todo caso, me costó sangre, sudor y lágrimas…pero, con la distancia que da el tiempo, es lindo saberse consciente de ese proceso. Y, por cierto, también estar claro de que no está ni cerca de terminar.

2 comentarios:

  1. Amigo, tomastes una decisión muy acertada con respecto al trabajo. ME alegra saber que te procupás por crear una excelente imágen para que tu hijo. No dudo que lo estás haciendo de gran forma.

    Aprovecho para desearte un feliz año a toda tu familia. Un año con 365 días de alegrías.

    ¡Nos seguimos letyendo!

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias! Decisiones en torno a esto uno las está tomando todo el tiempo, a pesar de que creamos lo contrario. Cada detalle, es susceptible de convertirse en modelo para un hijo...Gracias por tus comentarios, un abrazo!

    ResponderEliminar