martes, 31 de diciembre de 2013

Sesenta y Siete: Aprender Perdiendo

Yo no me había dado cuenta. O tal vez no lo había dimensionado de la manera correcta. Pero el fin de semana visualicé claramente que para Darío "competir" es un concepto nítido. Y "ganar", una cuestión prácticamente intransable.

No sé exactamente desde qué situaciones extrajo esta mirada. Solo sé que un porcentaje de la responsabilidad me corresponde (y me la endoso casi en exclusiva, exculpando a la Andrea), al buscar inconscientemente el cumplimiento de objetivos en torno a una suerte de "carrera". Eso de "¿Quién llega primero a lavarse los dientes? o ¿Quién encuentra primero a la mamá en el Centro Comercial?, parece inocente, pero va dibujando lentamente un paisaje. Uno que, por lo menos yo, no quiero para él.
Todo ocurrió en un salón de juegos, con una pista de carreras de verdad, en que elegimos un auto, al mismo tiempo que dos niñas hacían lo mismo en sus respectivas pistas. A dos vueltas de comenzar, Darío empezó  a decir "Yo voy ganando", aun cuando no identificaba el orden de los autos claramente. En la práctica, las niñas lideraban la carrera, y empezaron a contradecirlo abiertamente, despertando su enojo.

Perdimos y, aunque habría sido lo más fácil mentirle diciéndoles que ganamos, le dije la verdad. Y él no podía creerlo, tanto así que unas lágrimas rodaron por sus mejillas..."Esto no puede ser sino una oportunidad inmensa para mí", pensé.
Y conversamos. Largamente, conversamos. A veces me abrazaba fuerte, ayudándose a entender la explicación, mediante la cual creo haber sido muy preciso: "Hijo, no siempre se puede ganar. Muchas veces perdemos, pero la vida da oportunidades para volver a hacer un esfuerzo. Ganar o perder es una circunstancia, lo importante es ser feliz".
Quedó más tranquilo y nos fuimos por la revancha a las carreras, donde competimos con un niño y su padre también. Esa vez yo también pedí un auto para mí...con el que salí último...
Nos fuimos a comer algo, mientras yo le explicaba lo bien que lo había pasado a pesar de haber perdido. "Yo he perdido muchas veces", le expliqué...y en mi cabeza aparecieron ipso facto, cientos de situaciones en las que me vi derrotado...Algunas, prácticamente sin esperanza...
Recordé las dificultades de mi historia con la Andrea, a pesar de que ella odia que lo haga...Puede que otra persona hubiera tirado la toalla en algún momento. Yo creía tanto en lo nuestro, que verdaderamente luché por obtenerlo. Hoy recuerdo algunas de esas lágrimas con cariño, pues representan la fuerza de mi voluntad, en situaciones que requerían lo mejor de mí.
Con el tiempo no puedo sino valorar cada vez más las derrotas. Y es que de las victorias poco me acuerdo, por lo efímeras, por lo escasas...y porque no aprendí demasiado de ellas. Como que hoy, con la luminosidad que me han regalado los años, tengo muy clara la importancia de aprender perdiendo.

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