La perfección no existe, ¿estamos de acuerdo? En todo lo que hacemos, la perfección es una búsqueda permanente, una utopía que nos impulsa a mejorar. En consecuencia, no existen ni madres ni padres “perfectas/os”.
Lo que hacemos, de manera ideal, es dar lo mejor de lo que somos pensando en estar a la altura de un desafío que es cambiante y complejo. Vamos tomando decisiones, sin tanta seguridad a veces, esperando que las cosas funcionen bien. Y nos equivocamos en más ocasiones de las que quisiéramos.
Celebrar una vez al año al padre o a la madre, es una oportunidad para agradecer a figuras que son imperfectas. Para algunas personas incluso, puede representar el dolor de alguna ausencia o de una relación que, con mucha razón, se desea olvidar. Vaya siempre nuestra empatía para ellas.
Es cierto que no basta con la intención, aunque importa. Perdonamos a papá y mamá alguna vez porque, al menos, entendimos que querían lo mejor para nosotros/as. Y porque también los años nos mostraron que no existen “manuales” para ejercer un rol de los más difíciles que pueden existir.
Para quienes hemos tenido la oportunidad de tener hijos/as, esto se vuelve más patente aún, pues lo experimentamos en primera persona y se agudiza con los años. Probablemente, ante más de alguna situación, alguno/a de quienes están leyendo esta columna han recordado, como un mantra, esa frase que solían decirnos: “Ya vas a ser mamá/papá”. Y vaya que resulta ser real.